
La pasión es una chispa que prende en material emocionalmente inflamable y crea una llama inmediata, voraz, espectacular, que conmueve e impresiona.
La pasión se alimenta de lo que está más cerca, de la piel, de las apariencias, de los sentidos.
La pasión se enciende en el acto si hay combustible y se apaga una vez que el combustible se agota.
Pero los fuegos que perduran no son llamas sino brasas. Cuando se extingue el incendio del bosque hay tierras, piedras, troncos y arbustos que conservan e irradian calor durante años.
Mucho después de que un cazador consigue su presa y la cocina en el fuego para el cual ha encendido la llama, las brasas permanecen.
Las llamas pueden iluminar la noche durante un rato. Las brasas mantienen un suave resplandor y un calor constante hasta que llega el alba.
No todas las llamas, sin embargo producen brasas. Y para saber si lo harán, se requiere tiempo.
Saber si el fuego de la pasión puede convertirse en brasas de amor es un proceso que necesita tiempo.
Sergio Sinay - El buen amor.